lunes, 2 de marzo de 2015

La única ventana de la casa
está sucia de rutina.
En ocasiones, 

eso termina consumiéndolo todo.
El cerro, cada día,
absorbe al sol.
Desde esa ventana,
los veo volverse uno.
Los miro con los ojos
llenos de volcanes.
Resulta que la piedra
es alimento versátil
para los colmillos del tiempo.
También lo es
el trozo de madera lustrada
que guardamos
para fabricar la hamaca
en la que deseábamos mecernos
hasta llegar al final del río.

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